«El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser." El segundo es éste: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” No hay mandamiento mayor que éstos.»
Buenos días Señor a Ti el primero. Si me olvido del amor y de la justicia, me separo de Ti, Dios mío, y todo lo que haga, aunque te lo ofrezca, no puede agradarte. Mi culto es nada. Si me olvido de tu mandato, de amarte con todo mi ser y fuerzas y de amar al prójimo de igual manera, ¿de qué me sirven mis saberes, títulos y creencias? Si me olvido de tus tiernas preferencias, ¿de qué me sirve lo demás?, ¿dónde pongo mi centro, eje y meta? Me pierdo sin remedio. Soy persona hueca y vacía. Aunque me haga a holocaustos y sacrificios, penitencias, rezos y obediencias, no estaré más cerca de tu casa solariega. Sólo tu mandato de amarte y amarnos es senda clara y segura. Para creer en Ti necesito creer en el amor y la justicia, en tus tiernas preferencias. Y vale mucho más creer en estas cosas que pronunciar o adorar tu nombre con osadía. Fuera del amor y de la justicia, de tus tiernas preferencias, es imposible que yo, con mi historia, aunque te llame Padre y me considere hijo, pueda llegar a tu casa solariega.... ¡Llévame por tus sendas y caminos aunque me haga el torpe, me despiste o resista!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario