"¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis."
Naciste por mí, porque me amas. Me miras con ternura, porque me amas. Me llamas para ser más feliz, porque me amas. Me das compañeros de camino, porque me amas. Me perdonas y me ayudas a perdonarme, porque me amas. Me revelas tus secretos porque me amas. Levantas mi esperanza derrumbada, porque me amas. Tu grandeza se muestra en mi debilidad, porque me amas. Me alimentas con tu cuerpo hecho pan, porque me amas. Te arrodillas ante mí y me lavas los pies y el alma, porque me amas. Llamas y envías sacerdotes, para ayudarme a sentir tu amor, tu perdón, tu fuerza y tu alegría, porque me amas. Compartes conmigo tu angustia y tu tristeza en Getsemaní, porque me amas. Gracias, Jesús, por tanto amor inmerecido. Gracias porque tu amor transforma mi corazón. Gracias porque puedo ser transparencia de tu amor.
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