En la 1.a orac. de hoy pedimos a Dios que aumente nuestra fe, esperanza y caridad. A través de estas virtudes —dones de Dios— alcanzaremos la salvación. El pueblo de Israel, y espe- cialmente los más pobres y necesitados (ciegos, cojos, preñadas y paridas...), experimentó el amor de Dios cuando lo salvó del des- tierro y lo llevó de nuevo su tierra: «Vendrán todos llorando y yo los guiaré entre consuelos» (1 lect.). Se anuncia aquí la plenitud de la salvación que nos viene por la fe en Jesucristo. Esa fe que curó al ciego de Jericó cuando le pidió a Jesús: «“Rabbuní”, que recobre la vista» y que nos empuja a seguirlo por el camino de la vida hasta que un día lo veamos cara a cara en el cielo (cf. Ev.).
La Eucaristía del DOMINGO 24 de OCTUBRE,
XXX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO es a las 20:00 h
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Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sion,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos».
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Recoge, Señor, a nuestros cautivos
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.
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