Las asociaciones agrarias de Extremadura han convocado, para el jueves 2 de diciembre, una gran manifestación en Mérida, para protestar por los bajos precios de sus productos, frente a los altos costes de producción y los recortes en la PAC; y los exigentes requisitos medioambientales. “El campo se está muriendo”, resumen.
En efecto, una mirada al mundo agrario nos muestra una subida de los suministros básicos (luz, gasoil, fertilizantes, fitosanitarios, transporte, agua...), junto a la imposibilidad de repercutir en el precio del producto estos factores, o el de la subida del salario mínimo interprofesional. A esto se suma la carencia, cada vez más perentoria, de mano de obra especializada; y, en algunos casos, de relevo generacional.
Al mirar esta realidad, queremos aportar la palabra de nuestros obispos, que en el año 2015, en el documento Iglesia, servidora de los pobres ya reconocían que “los labradores y ganaderos han visto incrementados extraordinariamente los gastos de producción, sin que hayan podido repercutirlos en el precio de sus productos” (Conferencia Episcopal, Iglesia Servidora de los Pobres, abril 2015, no 8). No obstante, nuestros pastores no dejaban de alertar sobre otra realidad peligrosa que se da en nuestra sociedad rural: “La pobreza del mundo rural, a veces, puede ser alimentada también por las mismas políticas de subsidios, que llegan a convertirse en una verdadera cultura de la subvención y que privan a las personas de su dignidad” (Ibid.), abandonando la cultura del trabajo y del sacrificio.
Desde nuestro equipo pastoral queremos hacernos eco del clamor de nuestros pueblos, menguantes y privados, cada vez más, de servicios y de oportunidades. Creemos que es preciso escuchar la voz de aquellos que nos hablan de que ser agricultor o ganadero es una “profesión de riesgo”, asfixiada por la burocracia, marcada por una falta de estímulos y emprendimiento, en el contexto de la crisis climática que cada vez afecta más. Consideramos que la voz de nuestros profesionales agropecuarios es una llamada de atención que se alza muy razonadamente y que exige, desde la fidelidad a nuestra tierra, empobrecida y muchas veces olvidada,
una escucha atenta y unas respuestas ágiles, urgentes, efectivas y proporcionadas. El futuro del sector primario es el futuro de Extremadura; y ese futuro pasa, sin duda, por un resurgir del mundo rural y de sus productores, unos precios justos, una reducción de intermediarios y una política agraria adecuada, sostenible y circular.
Esperamos que se introduzca una cultura del diálogo y de la búsqueda en común de soluciones que permita un desarrollo armónico y en paz.
Equipo de pastoral rural misionera de la archidiócesis de Mérida-Badajoz