MANIFIESTO
Natividad del Señor
En este mundo con tantas sombras, declaramos esta gran verdad: Amar da color a lo amado y también al que ama.
Somos luz para aquellos que cuidamos y acompañamos. Somos luz para el enfermo que visitamos, para el preso en el que vemos un ser humano.
Somos luz cuando cuidamos y mimamos la Casa Común, la Tierra; especialmente cuando enseñamos a los más pequeños y les descubrimos la belleza y la necesidad de la naturaleza.
Somos luz cálida que ilumina al que está solo y luz que protege a nuestros mayores.
Somos esa luz que salvaguarda a mujeres y niñas de una sociedad tan sexuada, iluminando un camino en pos de la igualdad real.
Somos, en muchas ocasiones, luz que ilumina al trabajador cansado e injustamente reconocido en sus derechos, y al parado desanimado porque no encuentra el trabajo digno que le ayude a realizarse como persona.
Somos alegría para el que está en la calle, y somos luz que ilumina con alimentos el hogar de quien no tiene.
Somos brazos para abrazar a quien sufre, para el que está roto y desolado en su desesperanza.
Somos luz que ilumina pancartas, círculos, denuncias, derechos.
Nos QUEDA mucho por iluminar a cada uno de nosotros, y todos juntos sumamos y nos convertimos en una fuerza real.
Nos invitamos en esta noche de nuestras Fiestas Navideñas a ser luz en ciudades y pueblos con personas y niños olvidados que tienen futuros inciertos.
Necesitamos más personas que con su entrega iluminen barrios con chabolismo vertical y miseria. Precisamos corazones que amparen a migrantes mal acogidos. Podemos destruir fronteras y barrios cercados con alambradas.
Requerimos más gente esperanzada que ilumine a una sociedad de alma triste, con
personas que gastan la vida sinsentido.
En esta Navidad, llena de esperanza en un Niño Dios que acampa entre nosotros, terminamos con unas palabras del Papa Francisco:
Servir significa cuidar a los frágiles de nuestra familia, de nuestra sociedad y de nuestro pueblo. En esta tarea cada uno es capaz de dejar de lado sus búsquedas, afanes y deseos de omnipotencia ante la mirada de los más frágiles. El servicio siempre mira el rostro del hermano, toca su carne, siente su proximidad...
Y busca la promoción del hermano. Por eso nunca el servicio es ideológico, ya que no sirve a ideas sino a personas...
Feliz Navidad.
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