IV DOMINGO DE CUARESMA
- 1 Sam 16, 1b. 6-7. 10-13a. David es ungido rey de Israel.
- Sal 22. R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
- Ef 5, 8-14. Levántate de entre los muertos y Cristo te iluminará.
- Jn 9, 1-41. Él fue, se lavó, y volvió con vista.
Cristo se hizo hombre para conducirnos a los peregrinos en tinieblas al esplendor de la fe (cf. Pf). Es lo que se expone en el Evangelio: todos nacemos privados de la luz de la fe y la gracia de Dios por el pecado original. Lo mismo que el primer hombre fue creado del barro de la tierra, Cristo hizo barro con su saliva, lo untó en los ojos del ciego y le mandó lavárselos con agua, y el ciego vio. En el bautismo Cristo nos vuelve a crear. Y, como el ciego, en la Cuaresma tenemos que seguir renunciando a cuanto nos impide decirle a Cristo con toda verdad: «Creo en ti, Señor».
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