Comienza hoy el ciclo pascual, cuyo centro lo ocupa la Pasión, muerte y resurrección del Señor y que concluirá con la venida del Espíritu Santo el día de Pentecostés. Empieza hoy la Cuaresma, un tiempo en el que mediante la oración, la limosna y el ayuno, nos preparamos para llegar con un corazón limpio a la celebración del misterio pascual de Cristo (cf. orac. de ben- dición de la ceniza I). Es un tiempo de penitencia y conversión en el que tenemos que rasgar los corazones, no las vestiduras (1 lect.). Se trata de hacer las prácticas penitenciales, no para que las vean las gentes, sino para que las vea solamente Dios, que ve en lo escondido y nos recompensará en consecuencia (Ev.). Dejémonos en este tiempo reconciliar con Dios; ahora es el tiempo de la gracia (2 lect.). Y el mejor medio para ello será celebrar esa reconciliación en el sacramento de la penitencia.
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado.
Contra ti, contra ti sólo pequé,
cometí la maldad en tu presencia.
Oh, Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme.
No me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
CELEBRACIÓN DEL MIÉRCOLES DE CENIZA
RITOS INICIALES
Saludo
La paz y reconciliación
de nuestro Padre misericordioso
esté siempre con ustedes.
Introducción
Hoy comenzamos nuestros cuarenta días de Cuaresma, cuarenta días de preparación para Pascua. ¿Para qué estos cuarenta días de penitencia y conversión? Para volver a nuestras raíces -a Dios, a lo mejor de nosotros mismos- y, en consecuencia, también a nuestro prójimo. De muchas maneras hemos intentado ser nuestros propios dioses, decidir por nosotros mismos lo bueno y lo malo, pero hemos acabado haciendo de nosotros mismos el centro del mundo, a expensas de nosotros mismos, de Dios y de nuestro prójimo. Ahora es el tiempo propicio para volver a Dios y volvernos hacia los hermanos que nos rodean. Hoy expresaremos nuestro destrozo interior y nuestro deseo sincero de cambiar, cuando, después del Evangelio, recibamos la ceniza.
Oración Colecta
Oremos para que en esta Cuaresma
retornemos a Dios y a los hermanos.
(Pausa)
Oh Dios, Padre nuestro:
Tú sabes con qué frecuencia
intentamos caminar por nuestros senderos egoístas.
No nos permitas vivir y morir
sólo para nosotros mismos
o cerrar nuestros corazones a los otros.
Ayúdanos a vernos a nosotros mismos y a la vida
como dones tuyos.
Haznos receptivos de tu palabra y de tu vida
y haznos crecer en la mentalidad y actitudes
de Jesucristo nuestro Señor.
LITURGIA DE LA PALABRA
Primer Lectura (Joel 2,12-18): ¡Vuelvan a Mí con Todo su Corazón!
El verdadero ayuno y la penitencia significan un sincero cambio del corazón: rechazando el mal y el pecado y volviendo hacia el Dios de amor.
Segunda Lectura (2 Cor 5,20; 6,2): Ahora es el tiempo favorable
Jesús nos ha restaurado a la amistad con Dios. Pero exige que continuemos buscando la reconciliación de Dios hoy. Ahora es el tiempo propicio para hacerlo.
Evangelio (Mt 6,1-6.16-18): El Padre de Ustedes les Premiará
Las prácticas exteriores de penitencia no tienen valor a no ser que nuestra actitud interior corresponda a nuestra práctica exterior ayudando al prójimo, orando y haciendo ayuno o penitencia.
BENDICIÓN DE LA CENIZA
Introducción
Las hojas y ramas de las palmas del Domingo de Ramos del año anterior se han transformado de tallos verdes en ceniza gris. --- Así nos ocurre a nosotros. No permanecemos siempre idénticos, siempre los mismos. Envejecemos; y tantas veces convertimos la vida en gris y polvorienta, para nosotros y para los demás. Esta ceniza de hoy nos recuerda nuestra fragilidad de vida nuestra culpabilidad y la penitencia que necesitamos realizar. Recibiremos esta ceniza con humildad, mientras se nos marca con la señal de la cruz, pues nuestros corazones desean sinceramente seguir a Jesús por el camino de la negación de sí mismo y del amor.
Oración de Bendición
Señor, bendice (+) esta ceniza
como signo de conversión y de penitencia,
como prueba de que queremos
descubrir a tu Hijo hoy
en el silencio de nuestra oración
y en la persona de nuestro prójimo,
a quien nos acercamos en su necesidad.
Que la señal de la cruz
dada en el nombre del Padre,
y del Hijo y del Espíritu Santo
nos anime y nos sane interiormente,
de forma que te sirvamos sinceramente a ti y a nuestro prójimo,
por la fuerza de Jesucristo nuestro Señor.
El sacerdote rocía la ceniza con agua bendita, en silencio.
A continuación, imposición de la ceniza.
Oración de los Fieles
Al comienzo de este tiempo de conversión, esperamos con ilusión la reconciliación con Dios y con nuestro prójimo. Presentemos a nuestro Padre Dios nuestras preocupaciones y las necesidades de todos, y digamos: R/ Ten misericordia de tu pueblo, Señor.
1. Por la Iglesia de Jesucristo, para que se libere de defectos humanos, de forma que pueda mostrar a todos la luz y el poder del evangelio, roguemos al Señor. R/ Ten misericordia de tu pueblo, Señor.
2. Por las personas -cercanas o lejanas- atrapadas en el pecado y en el desaliento, para que encuentren reconciliación con Dios, consigo mismas, y con los hermanos que les rodean, roguemos al Señor. R/ Ten misericordia de tu pueblo, Señor.
3. Por los endurecidos en su corazón a causa de las riquezas o del poder, e insensibles a las necesidades de otros, para que en estos cuarenta días de penitencia descubran caminos de verdadera felicidad a través de su sensibilidad y generosidad para con sus prójimos, roguemos al Señor. R/ Ten misericordia de tu pueblo, Señor.
4. Por todos los que llevan una pesada carga de preocupaciones y sufrimiento, para que sigan adelante con fortaleza por el camino del Señor Jesús, roguemos al Señor. R/ Ten misericordia de tu pueblo, Señor.
5. Roguemos unos por otros, para que cada uno de nosotros esté dispuesto a caminar por el camino de la paz y la reconciliación, del servicio desinteresado y de la entrega generosa a los demás, y así decimos: R/ Ten misericordia de tu pueblo, Señor.
Señor Dios nuestro, cada año nos das nuevas oportunidades para crecer en amor hacia ti y hacia los hermanos. Danos la fuerza para vivir estos cuarenta días de gracia con las actitudes, la mentalidad y el espíritu de Jesucristo nuestro Señor.
LITURGIA EUCARÍSTICA
Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios y Padre nuestro:
Tu hijo Jesús nos dio todo
para que seamos libres para ti y para los hermanos.
Traemos ahora ante ti
estos dones de pan y vino
como signos de que efectivamente
queremos ser libres para vivir para ti
y para los hermanos que nos rodean.
Acepta estas ofrendas,
y hazlas pan de felicidad y vino de alegría
para nuestro mundo hoy.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Invitación al Padre Nuestro
Oremos a nuestro Padre misericordioso
que sepamos perdonar a otros
como él ha perdonado nuestros pecados
por medio de Jesús.
R/ Padre nuestro…
Oración después de la Comunión
Oh Dios nuestro misericordioso:
Muchas veces tenemos miedo
de enfrentarnos a nosotros mismos
y de renunciar a nuestro apego
a nuestras actitudes egoístas.
Hemos oído hoy las palabras de Jesús
y participado en el banquete de su cuerpo y de su sangre.
Que todo esto nos ayude a resurgir de las cenizas del pecado
y renueve nuestro fervor y amor,
para que le sigamos a él
por el camino estrecho de la vida,
caminando hacia ti y hacia los hermanos.
Te lo pedimos en este tiempo de gracia
por medio de Jesucristo nuestro Señor.
RITO DE DESPEDIDA
Hermanos: Sólo Dios puede hacernos íntegros de nuevo desde nuestra situación de destrozo interior.
Sólo Dios puede darnos la perspicacia interior para descubrir con cuánta frecuencia estamos alienados de él, de los otros, e incluso de nosotros mismos.
Sólo Dios puede darnos la fuerza para cambiar nuestro modo de ser y de vivir y llegar a ser totalmente nuevos.
Bendición
Para ello, que la bendición del Dios vivo y amoroso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre todos nosotros y permanezca para siempre.
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