Hoy es un día de alegría ante la proximidad de las fiestas pascuales (cf. ant. de entrada y 1.a orac.). En la Cuaresma tomamos conciencia de que somos pecadores. Y, como el hijo pródigo, hemos emprendido el itinerario penitencial para volver a la casa del Padre. Un camino que es siempre una llamada a abrir nuestro corazón a los demás, perdonándolos y evitando cualquier acti- tud de superioridad o soberbia. Así entramos en los sentimientos de Dios, que hoy nos dice: «Era preciso alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado» (Ev.). Un camino en el que vamos renovando la gracia bautismal y, peregrinos en un camino oscuro, vamos recuperando el esplendor de la fe, aprendiendo a amar a Dios con todo el corazón (cf. orac. después de la comunión).
PALABRA DE DIOS
- Jos 5, 9a. 10-12. El pueblo de Dios, tras entrar en la tierra prometida, celebra la Pascua.
- Sal 33. R. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
- 2 Cor 5, 17-21. Dios nos reconcilió consigo por medio de Cristo.
- Lc 15, 1-3. 11-32. Este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido.
La Eucaristía del DOMINGO 27 DE MARZO, IV DOMINGO DE CUARESMA, es a las 12:30 h
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Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor y me respondió,
me libró de todas mis ansias.
Contempladlo y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
y lo salva de sus angustias.
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