Señor Jesús,
Cristo de Medinaceli,
en este primer viernes de Cuaresma
nos reunimos ante tu imagen,
postrándonos con humildad y confianza,
como aquellos que,
a lo largo de los siglos,
han buscado en Ti consuelo y esperanza.
Tú, que sufriste la humillación y el dolor,
que fuiste atado y entregado por amor,
míranos con tu infinita misericordia.
Perdona nuestras faltas,
fortalece nuestra fe
y ayúdanos a seguir tus pasos
con un corazón renovado.
Señor cautivo,
rompe las cadenas del pecado que nos atan,
libéranos de todo lo que nos aparta de Ti
y enséñanos a amar como Tú amas,
a perdonar como Tú perdonas
y a confiar en el Padre con la misma entrega
con la que Tú te entregaste por nosotros.
Te pedimos, Cristo misericordioso,
por los que sufren, por los enfermos,
por los que están solos y desamparados.
Que tu mirada compasiva
les dé consuelo y esperanza,
y que nuestra comunidad sea reflejo
de tu amor y tu luz.
Bendícenos, Señor,
y acompáñanos en este camino de Cuaresma,
para que, renovados por la penitencia y la oración,
lleguemos a la alegría de tu Pascua. Amén
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