domingo, 30 de diciembre de 2018

CARTA DE NUESTRO ARZOBISPO DON CELSO MORGA IRUZUBIETA CON MOTIVO DE L FALECIMINETO DE NUESTRO ARZOBISPO EMÉRITO DON SANTIAGO GARCÍA ARACIL


A TODOS LOS FIELES DE LA ARCHIDIÓCESIS

Badajoz, a 29 de diciembre de 2018

Queridos fieles:

Os escribo unas líneas para haceros partícipes, a través de vuestros párrocos y de los medios diocesanos de comunicación, de una inesperada y triste noticia: D. Santiago García Aracil, Arzobispo emérito de Mérida-Badajoz, falleció ayer por la tarde, y será enterrado en su Valencia natal el próximo lunes a las 09.30 horas. A todos nos ha cogido por sorpresa esta noticia, pues habíamos podido saludarle recientemente en Ávila y parecía hallarse bien de salud. Así lo ha dispuesto el Señor, que ha querido llamarle a su presencia, y hemos de ver este acontecimiento, como todos, con la luz de la fe y la esperanza en Jesucristo muerto y resucitado por nosotros, cuyo nacimiento salvador estamos celebrando en estos días.

Durante once años, desde septiembre de 2004 hasta mayo de 2015, ha sido nuestro Pastor diocesano, y se ha desvivido, como servidor bueno y fiel, para guiarnos por los caminos del evangelio. Ahora es justo que, como signo de gratitud y caridad cristiana, demos gracias a Dios por su episcopado y ofrezcamos oraciones y sufragios por el eterno descanso de su alma y para que pueda gozar ya de la paz de Dios. Ruego especialmente a todos los sacerdotes que encomienden en la celebración eucarística esta intención por D. Santiago, haciendo partícipes a vuestras comunidades, para que todos los fieles, laicos, religiosos y sacerdotes, oremos unánimes y concordes por quien ha sido puesto al frente de esta Iglesia particular como nuestro Arzobispo. Es una obra de misericordia orar por los difuntos y es también signo de fe en la vida eterna y de verdadera caridad cristiana.

Más adelante tendremos ocasión de organizar el funeral solemne en la Catedral de Badajoz, de cuyos detalles se avisará en su momento. Mientras tanto os agradezco vuestras oraciones por nuestro querido D. Santiago.

Con mi afecto y bendición.
+ CELSO MORGA IRUZUBIETA

jueves, 27 de diciembre de 2018

INTENCIONES DE LA CEE PARA 2019 POR LAS QUE REZA EL APOSTOLADO DE LA ORACIÓN



Enero: Por la unidad de todos los creyentes en Cristo, para que pronto llegue el día en que las iglesias y comunidades eclesiales seamos uno como lo quiere el Señor.
Febrero: Por quienes sufren hambre y cualquier forma de pobreza, para que reciban la ayuda que necesitan y la riqueza sea justamente distribuida en el mundo.
Marzo: Por los jóvenes, para que escuchen la voz de Dios que les llama a una vocación al ministerio sacerdotal y la Iglesia se vea enriquecida con abundantes ministros y testigos del Evangelio.
Abril: Por los niños y adultos que reciben los sacramentos de la Iniciación cristiana, para que sean miembros vivos de la Iglesia y colaboradores activos de su misión.
Mayo: Por las familias cristianas, para que sean auténticas iglesias domésticas donde se viva y transmita el Evangelio de Jesucristo, y por los Laicos, para que santifiquen fielmente el orden temporal.
Junio: Por las personas consagradas a vivir en pobreza, castidad y obediencia, para que sus vidas sean testimonio del Reino de Dios.
Julio: Por los ancianos, especialmente por los que viven en soledad, para que encuentren en la familia y en la sociedad la ayuda que necesitan, y en Dios el consuelo espiritual; y para que, por intercesión del Apóstol Santiago, Patrón de España se fortalezca la fe de los pueblos de España.
Agosto: Por los profesionales que ayudan a los demás en los distintos servicios públicos de la sociedad, incluso con riesgo de sus vidas, para que lo hagan siempre con generosidad, desprendimiento y amor.
Septiembre: Por los catequistas y profesores de religión, para que tengan siempre presente la importancia de su misión y se formen adecuadamente a fin de que su labor produzca frutos abundantes.
Octubre: Por los evangélicos, judíos, musulmanes, creyentes de otras religiones, no creyentes, los indiferentes y los que se han alejado de la Iglesia, para que por el testimonio de fe y buenas obras de los creyentes, lleguen a experimentar la alegría del encuentro con Dios.
Noviembre: Por los cristianos perseguidos, para que sientan el consuelo y la fortaleza de Dios y la ayuda de nuestra oración, y para que nunca se invoque el santo nombre de Dios para justificar la violencia.
Diciembre: Por los inmigrantes, refugiados y las víctimas de la trata de personas, para que sea reconocida su dignidad, sean acogidos con generosidad y atendidos adecuadamente en sus necesidades espirituales y materiales.

CLAVES PARA CONTAGIAR LA FE


#SYNOD2018: SE PUBLICÓ LA VERSIÓN EN ESPAÑOL DEL DOCUMENTO FINAL

La Secretaría General del Sínodo de los Obispos publicó la versión en español y las votaciones de cada número del Documento Final de la XV Asamblea General Ordinaria, que se celebró en Roma del 3 al 28 de octubre de 2018, sobre el tema: “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”.
“Debemos ser santos para poder invitar a los jóvenes a convertirse en santos. Los jóvenes han pedido con fuerza una Iglesia auténtica, luminosa, transparente, alegre: solo una Iglesia de santos puede estar a la altura de dichas inquietudes”, lo escriben los Padres Sinodales en una de las conclusiones del Documento Final de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que se celebró en Roma del 3 al 28 de octubre de 2018, sobre el tema: “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”.

La versión en español del Documento Final

Recientemente, la Secretaría General del Sínodo de los Obispos publicó la versión en español del Documento Final de esta XV Asamblea General Ordinaria, en ella los Obispos subrayan que, “existe un lenguaje que todos los hombres y las mujeres de cualquier época, lugar y cultura pueden entender, porque es inmediato y luminoso: es el lenguaje de la santidad”.
Este Documento final, señalan los Padres Sinodales, es el fruto del discernimiento realizado en las Asambleas y círculos menores, y recoge los núcleos temáticos generativos sobre los que se han concentrado con especial intensidad y pasión. Para ello, han tenido como marco de referencia unitario y sintético el Instrumentum Laboris, que deriva de los años de preparación previa.

Estructura del Documento Final

El Documento Final está estructurado en tres partes, además de la introducción y las conclusiones. Los títulos que recorren estas tres partes hacen una clara referencia al episodio de los discípulos de Emaús, relatado en el Evangelio de San Lucas.
“Un evento sinodal”
La introducción al Documento describe a la Asamblea como un “evento sinodal”, y destaca la presencia de los jóvenes en el Aula sinodal como “una novedad”. Además, describe el proceso de preparación del documento final, y su relación con el documento preparatorio (Instrumentum Laboris).
“Caminaba con ellos”
La primera parte del Documento, “Caminaba con ellos”, describe en sus capítulos la Iglesia a la escucha, los ejes cruciales de realidad juvenil, la identidad y las relaciones entre los jóvenes, y lo que significa “ser jóvenes hoy”.
“Se les abrieron los ojos”
La segunda parte, titulada: “Se les abrieron los ojos”, presenta la acción del Espíritu Santo en los Jóvenes como un Nuevo Pentecostés, también describe el don de la juventud, el misterio de la vocación, la misión de acompañar y el arte de discernir.
“Enseguida se pusieron en camino”
La tercera parte, “Enseguida se pusieron en camino”, presenta una Iglesia joven, que busca la sinodalidad misionera de la Iglesia, para  caminar juntos en la cotidianeidad, con un nuevo impulso misionero, y con una formación integral.
“Llamados a ser santos”
En sus conclusiones, el Documento Final invita a los jóvenes a ser santos, despertando al mundo con la santidad y para ello es necesario mostrar el rostro más bello de la Iglesia, la santidad. Ya que, “el bálsamo de la santidad generada por la vida buena de tantos jóvenes puede curar las heridas de la Iglesia y del mundo, devolviéndonos a aquella plenitud del amor al que desde siempre hemos sido llamados: los jóvenes santos nos animan a volver a nuestro amor primero”.
En este enlace encontraras el texto completo del Documento final del Sínodo de los Obispos, y las votaciones de cada número del Documento Final.

JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ 2019. “LA BUENA POLÍTICA ESTÁ AL SERVICIO DE LA PAZ”

La Iglesia celebra el martes 1 de enero de 2019, la 52ª Jornada Mundial de la Paz. Para la celebración de esta Jornada, el papa Francisco ha hecho público un mensaje con el título, “La buena política está al servicio de la paz”. 



1. “Paz a esta casa”
Jesús, al enviar a sus discípulos en misión, les dijo: «Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa”. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros» (Lc 10,5-6).
Dar la paz está en el centro de la misión de los discípulos de Cristo. Y este ofrecimiento está dirigido a todos los hombres y mujeres que esperan la paz en medio de las tragedias y la violencia de la historia humana.[1]La “casa” mencionada por Jesús es cada familia, cada comunidad, cada país, cada continente, con sus características propias y con su historia; es sobre todo cada persona, sin distinción ni discriminación. También es nuestra “casa común”: el planeta en el que Dios nos ha colocado para vivir y al que estamos llamados a cuidar con interés.
Por tanto, este es también mi deseo al comienzo del nuevo año: “Paz a esta casa”.
2. El desafío de una buena política
La paz es como la esperanza de la que habla el poeta Charles Péguy; [2] es como una flor frágil que trata de florecer entre las piedras de la violencia. Sabemos bien que la búsqueda de poder a cualquier precio lleva al abuso y a la injusticia. La política es un vehículo fundamental para edificar la ciudadanía y la actividad del hombre, pero cuando aquellos que se dedican a ella no la viven como un servicio a la comunidad humana, puede convertirse en un instrumento de opresión, marginación e incluso de destrucción.
Dice Jesús: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos» (Mc 9,35). Como subrayaba el Papa san Pablo VI: «Tomar en serio la política en sus diversos niveles ―local, regional, nacional y mundial― es afirmar el deber de cada persona, de toda persona, de conocer cuál es el contenido y el valor de la opción que se le presenta y según la cual se busca realizar colectivamente el bien de la ciudad, de la nación, de la humanidad».[3]
En efecto, la función y la responsabilidad política constituyen un desafío permanente para todos los que reciben el mandato de servir a su país, de proteger a cuantos viven en él y de trabajar a fin de crear las condiciones para un futuro digno y justo. La política, si se lleva a cabo en el respeto fundamental de la vida, la libertad y la dignidad de las personas, puede convertirse verdaderamente en una forma eminente de la caridad.
3. Caridad y virtudes humanas para una política al servicio de los derechos humanos y de la paz
El Papa Benedicto XVI recordaba que «todo cristiano está llamado a esta caridad, según su vocación y sus posibilidades de incidir en la pólis. […] El compromiso por el bien común, cuando está inspirado por la caridad, tiene una valencia superior al compromiso meramente secular y político. […] La acción del hombre sobre la tierra, cuando está inspirada y sustentada por la caridad, contribuye a la edificación de esa ciudad de Dios universal hacia la cual avanza la historia de la familia humana».[4] Es un programa con el que pueden estar de acuerdo todos los políticos, de cualquier procedencia cultural o religiosa que deseen trabajar juntos por el bien de la familia humana, practicando aquellas virtudes humanas que son la base de una buena acción política: la justicia, la equidad, el respeto mutuo, la sinceridad, la honestidad, la fidelidad.
Cada renovación de las funciones electivas, cada cita electoral, cada etapa de la vida pública es una oportunidad para volver a la fuente y a los puntos de referencia que inspiran la justicia y el derecho. Estamos convencidos de que la buena política está al servicio de la paz; respeta y promueve los derechos humanos fundamentales, que son igualmente deberes recíprocos, de modo que se cree entre las generaciones presentes y futuras un vínculo de confianza y gratitud.
4. Los vicios de la política
En la política, desgraciadamente, junto a las virtudes no faltan los vicios, debidos tanto a la ineptitud personal como a distorsiones en el ambiente y en las instituciones. Es evidente para todos que los vicios de la vida política restan credibilidad a los sistemas en los que ella se ejercita, así como a la autoridad, a las decisiones y a las acciones de las personas que se dedican a ella. Estos vicios, que socavan el ideal de una democracia auténtica, son la vergüenza de la vida pública y ponen en peligro la paz social: la corrupción —en sus múltiples formas de apropiación indebida de bienes públicos o de aprovechamiento de las personas—, la negación del derecho, el incumplimiento de las normas comunitarias, el enriquecimiento ilegal, la justificación del poder mediante la fuerza o con el pretexto arbitrario de la “razón de Estado”, la tendencia a perpetuarse en el poder, la xenofobia y el racismo, el rechazo al cuidado de la Tierra, la explotación ilimitada de los recursos naturales por un beneficio inmediato, el desprecio de los que se han visto obligados a ir al exilio.
5. La buena política promueve la participación de los jóvenes y la confianza en el otro
Cuando el ejercicio del poder político apunta únicamente a proteger los intereses de ciertos individuos privilegiados, el futuro está en peligro y los jóvenes pueden sentirse tentados por la desconfianza, porque se ven condenados a quedar al margen de la sociedad, sin la posibilidad de participar en un proyecto para el futuro. En cambio, cuando la política se traduce, concretamente, en un estímulo de los jóvenes talentos y de las vocaciones que quieren realizarse, la paz se propaga en las conciencias y sobre los rostros. Se llega a una confianza dinámica, que significa “yo confío en ti y creo contigo” en la posibilidad de trabajar juntos por el bien común. La política favorece la paz si se realiza, por lo tanto, reconociendo los carismas y las capacidades de cada persona. «¿Hay acaso algo más bello que una mano tendida? Esta ha sido querida por Dios para dar y recibir. Dios no la ha querido para que mate (cf. Gn 4,1ss) o haga sufrir, sino para que cuide y ayude a vivir. Junto con el corazón y la mente, también la mano puede hacerse un instrumento de diálogo».[6]
Cada uno puede aportar su propia piedra para la construcción de la casa común. La auténtica vida política, fundada en el derecho y en un diálogo leal entre los protagonistas, se renueva con la convicción de que cada mujer, cada hombre y cada generación encierran en sí mismos una promesa que puede liberar nuevas energías relacionales, intelectuales, culturales y espirituales. Una confianza de ese tipo nunca es fácil de realizar porque las relaciones humanas son complejas. En particular, vivimos en estos tiempos en un clima de desconfianza que echa sus raíces en el miedo al otro o al extraño, en la ansiedad de perder beneficios personales y, lamentablemente, se manifiesta también a nivel político, a través de actitudes de clausura o nacionalismos que ponen en cuestión la fraternidad que tanto necesita nuestro mundo globalizado. Hoy más que nunca, nuestras sociedades necesitan “artesanos de la paz” que puedan ser auténticos mensajeros y testigos de Dios Padre que quiere el bien y la felicidad de la familia humana.
6. No a la guerra ni a la estrategia del miedo
Cien años después del fin de la Primera Guerra Mundial, y con el recuerdo de los jóvenes caídos durante aquellos combates y las poblaciones civiles devastadas, conocemos mejor que nunca la terrible enseñanza de las guerras fratricidas, es decir que la paz jamás puede reducirse al simple equilibrio de la fuerza y el miedo. Mantener al otro bajo amenaza significa reducirlo al estado de objeto y negarle la dignidad. Es la razón por la que reafirmamos que el incremento de la intimidación, así como la proliferación incontrolada de las armas son contrarios a la moral y a la búsqueda de una verdadera concordia. El terror ejercido sobre las personas más vulnerables contribuye al exilio de poblaciones enteras en busca de una tierra de paz. No son aceptables los discursos políticos que tienden a culpabilizar a los migrantes de todos los males y a privar a los pobres de la esperanza. En cambio, cabe subrayar que la paz se basa en el respeto de cada persona, independientemente de su historia, en el respeto del derecho y del bien común, de la creación que nos ha sido confiada y de la riqueza moral transmitida por las generaciones pasadas.
Asimismo, nuestro pensamiento se dirige de modo particular a los niños que viven en las zonas de conflicto, y a todos los que se esfuerzan para que sus vidas y sus derechos sean protegidos. En el mundo, uno de cada seis niños sufre a causa de la violencia de la guerra y de sus consecuencias, e incluso es reclutado para convertirse en soldado o rehén de grupos armados. El testimonio de cuantos se comprometen en la defensa de la dignidad y el respeto de los niños es sumamente precioso para el futuro de la humanidad.
7. Un gran proyecto de paz
Celebramos en estos días los setenta años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que fue adoptada después del segundo conflicto mundial. Recordamos a este respecto la observación del Papa san Juan XXIII: «Cuando en un hombre surge la conciencia de los propios derechos, es necesario que aflore también la de las propias obligaciones; de forma que aquel que posee determinados derechos tiene asimismo, como expresión de su dignidad, la obligación de exigirlos, mientras los demás tienen el deber de reconocerlos y respetarlos».[7]
La paz, en efecto, es fruto de un gran proyecto político que se funda en la responsabilidad recíproca y la interdependencia de los seres humanos, pero es también un desafío que exige ser acogido día tras día. La paz es una conversión del corazón y del alma, y es fácil reconocer tres dimensiones inseparables de esta paz interior y comunitaria:
– la paz con nosotros mismos, rechazando la intransigencia, la ira, la impaciencia y ―como aconsejaba san Francisco de Sales― teniendo “un poco de dulzura consigo mismo”, para ofrecer “un poco de dulzura a los demás”;
– la paz con el otro: el familiar, el amigo, el extranjero, el pobre, el que sufre…; atreviéndose al encuentro y escuchando el mensaje que lleva consigo;
– la paz con la creación, redescubriendo la grandeza del don de Dios y la parte de responsabilidad que corresponde a cada uno de nosotros, como habitantes del mundo, ciudadanos y artífices del futuro.
La política de la paz ―que conoce bien y se hace cargo de las fragilidades humanas― puede recurrir siempre al espíritu del Magníficat que María, Madre de Cristo salvador y Reina de la paz, canta en nombre de todos los hombres: «Su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes; […] acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre» (Lc 1,50-55).
Vaticano, 18 de diciembre de 2018

"ESTE POBRE GRITÓ Y EL SEÑOR LO ESCUCHÓ" II JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
II JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES
Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario
18 de noviembre de 2018

Este pobre gritó y el Señor lo escuchó



1. «Este pobre gritó y el Señor lo escuchó» (Sal 34,7). Las palabras del salmista las hacemos nuestras desde el momento en el que también nosotros estamos llamados a ir al encuentro de las diversas situaciones de sufrimiento y marginación en la que viven tantos hermanos y hermanas, que habitualmente designamos con el término general de “pobres”. Quien ha escrito esas palabras no es ajeno a esta condición, sino más bien al contrario. Él ha experimentado directamente la pobreza y, sin embargo, la transforma en un canto de alabanza y de acción de gracias al Señor. Este salmo nos permite también hoy a nosotros, rodeados de tantas formas de pobreza, comprender quiénes son los verdaderos pobres, a los que estamos llamados a dirigir nuestra mirada para escuchar su grito y reconocer sus necesidades. 
Se nos dice, ante todo, que el Señor escucha a los pobres que claman a él y que es bueno con aquellos que buscan refugio en él con el corazón destrozado por la tristeza, la soledad y la exclusión. Escucha a todos los que son atropellados en su dignidad y, a pesar de ello, tienen la fuerza de alzar su mirada al cielo para recibir luz y consuelo. Escucha a aquellos que son perseguidos en nombre de una falsa justicia, oprimidos por políticas indignas de este nombre y atemorizados por la violencia; y aun así saben que Dios es su Salvador. Lo que surge de esta oración es ante todo el sentimiento de abandono y confianza en un Padre que escucha y acoge. A la luz de estas palabras podemos comprender más plenamente lo que Jesús proclamó en las bienaventuranzas: «Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos» (Mt 5,3). 
En virtud de esta experiencia única y, en muchos sentidos, inmerecida e imposible de describir por completo, nace el deseo de contarla a otros, en primer lugar a los que, como el salmista, son pobres, rechazados y marginados. Nadie puede sentirse excluido del amor del Padre, especialmente en un mundo que con frecuencia pone la riqueza como primer objetivo y hace que las personas se encierren en sí mismas. 
2. El salmo describe con tres verbos la actitud del pobre y su relación con Dios. Ante todo, “gritar”. La condición de pobreza no se agota en una palabra, sino que se transforma en un grito que atraviesa los cielos y llega hasta Dios. ¿Qué expresa el grito del pobre si no es su sufrimiento y soledad, su desilusión y esperanza? Podemos preguntarnos: ¿Cómo es que este grito, que sube hasta la presencia de Dios, no consigue llegar a nuestros oídos, dejándonos indiferentes e impasibles? En una Jornada como esta, estamos llamados a hacer un serio examen de conciencia para darnos cuenta de si realmente hemos sido capaces de escuchar a los pobres. 
Lo que necesitamos es el silencio de la escucha para poder reconocer su voz. Si somos nosotros los que hablamos mucho, no lograremos escucharlos. A menudo me temo que tantas iniciativas, aun siendo meritorias y necesarias, están dirigidas más a complacernos a nosotros mismos que a acoger el clamor del pobre. En tal caso, cuando los pobres hacen sentir su voz, la reacción no es coherente, no es capaz de sintonizar con su condición. Estamos tan atrapados por una cultura que obliga a mirarse al espejo y a preocuparse excesivamente de sí mismo, que pensamos que basta con un gesto de altruismo para quedarnos satisfechos, sin tener que comprometernos directamente. 
3. El segundo verbo es “responder”. El salmista dice que el Señor, no solo escucha el grito del pobre, sino que le responde. Su respuesta, como se muestra en toda la historia de la salvación, es una participación llena de amor en la condición del pobre. Así ocurrió cuando Abrahán manifestó a Dios su deseo de tener una descendencia, a pesar de que él y su mujer Sara, ya ancianos, no tenían hijos (cf. Gn 15,1-6). También sucedió cuando Moisés, a través del fuego de una zarza que ardía sin consumirse, recibió la revelación del nombre divino y la misión de hacer salir al pueblo de Egipto (cf. Ex 3,1-15). Y esta respuesta se confirmó a lo largo de todo el camino del pueblo por el desierto, cuando sentía el mordisco del hambre y de la sed (cf. Ex 16,1-16; 17,1-7), y cuando caían en la peor miseria, es decir, la infidelidad a la alianza y la idolatría (cf. Ex 32,1-14).
La respuesta de Dios al pobre es siempre una intervención de salvación para curar las heridas del alma y del cuerpo, para restituir justicia y para ayudar a reemprender la vida con dignidad. La respuesta de Dios es también una invitación a que todo el que cree en él obre de la misma manera, dentro de los límites humanos. La Jornada Mundial de los Pobres pretende ser una pequeña respuesta que la Iglesia entera, extendida por el mundo, dirige a los pobres de todo tipo y de cualquier lugar para que no piensen que su grito se ha perdido en el vacío. Probablemente es como una gota de agua en el desierto de la pobreza; y sin embargo puede ser un signo de cercanía para cuantos pasan necesidad, para que sientan la presencia activa de un hermano o una hermana. Lo que no necesitan los pobres es un acto de delegación, sino el compromiso personal de aquellos que escuchan su clamor. La solicitud de los creyentes no puede limitarse a una forma de asistencia —que es necesaria y providencial en un primer momento—, sino que exige esa «atención amante» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 199), que honra al otro como persona y busca su bien.
4. El tercer verbo es “liberar”. El pobre de la Biblia vive con la certeza de que Dios interviene en su favor para restituirle la dignidad. La pobreza no es algo buscado, sino que es causada por el egoísmo, el orgullo, la avaricia y la injusticia. Males tan antiguos como el hombre, pero que son siempre pecados, que afectan a tantos inocentes, produciendo consecuencias sociales dramáticas. La acción con la que el Señor libera es un acto de salvación para quienes le han manifestado su propia tristeza y angustia. Las cadenas de la pobreza se rompen gracias a la potencia de la intervención de Dios. Tantos salmos narran y celebran esta historia de salvación que se refleja en la vida personal del pobre: «[El Señor] no ha sentido desprecio ni repugnancia hacia el pobre desgraciado; no le ha escondido su rostro: cuando pidió auxilio, lo escuchó» (Sal 22,25). Poder contemplar el rostro de Dios es signo de su amistad, de su cercanía, de su salvación. Te has fijado en mi aflicción, velas por mi vida en peligro; […] me pusiste en un lugar espacioso (cf. Sal 31,8-9). Ofrecer al pobre un “lugar espacioso” equivale a liberarlo de la “red del cazador” (cf. Sal 91,3), a alejarlo de la trampa tendida en su camino, para que pueda caminar libremente y mirar la vida con ojos serenos. La salvación de Dios adopta la forma de una mano tendida hacia el pobre, que acoge, protege y hace posible experimentar la amistad que tanto necesita. A partir de esta cercanía, concreta y tangible, comienza un genuino itinerario de liberación: «Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad; esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 187).
5. Me conmueve saber que muchos pobres se han identificado con Bartimeo, del que habla el evangelista Marcos (cf. 10,46-52). El ciego Bartimeo «estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna» (v. 46), y habiendo escuchado que Jesús pasaba «empezó a gritar» y a invocar al «Hijo de David» para que tuviera piedad de él (cf. v. 47). «Muchos lo increpaban para que se callara. Pero él gritaba más fuerte» (v. 48). El Hijo de Dios escuchó su grito: «“¿Qué quieres que haga por ti?”. El ciego le contestó: “Rabbunì, que recobre la vista”» (v. 51). Esta página del Evangelio hace visible lo que el salmo anunciaba como promesa. Bartimeo es un pobre que se encuentra privado de capacidades fundamentales, como son la de ver y trabajar. ¡Cuántas sendas conducen también hoy a formas de precariedad! La falta de medios básicos de subsistencia, la marginación cuando ya no se goza de la plena capacidad laboral, las diversas formas de esclavitud social, a pesar de los progresos realizados por la humanidad… Cuántos pobres están también hoy al borde del camino, como Bartimeo, buscando dar un sentido a su condición. Muchos se preguntan cómo han llegado hasta el fondo de este abismo y cómo poder salir de él. Esperan que alguien se les acerque y les diga: «Ánimo. Levántate, que te llama» (v. 49). 
Por el contrario, lo que lamentablemente sucede a menudo es que se escuchan las voces del reproche y las que invitan a callar y a sufrir. Son voces destempladas, con frecuencia determinadas por una fobia hacia los pobres, a los que se les considera no solo como personas indigentes, sino también como gente portadora de inseguridad, de inestabilidad, de desorden para las rutinas cotidianas y, por lo tanto, merecedores de rechazo y apartamiento. Se tiende a crear distancia entre los otros y uno mismo, sin darse cuenta de que así nos distanciamos del Señor Jesús, quien no solo no los rechaza sino que los llama a sí y los consuela. En este caso, qué apropiadas se nos muestran las palabras del profeta sobre el estilo de vida del creyente: «Soltar las cadenas injustas, desatar las correas del yugo, liberar a los oprimidos, quebrar todos los yugos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, cubrir a quien ves desnudo» (Is 58,6-7). Este modo de obrar permite que el pecado sea perdonado (cf. 1P4,8), que la justicia recorra su camino y que, cuando seamos nosotros los que gritemos al Señor, entonces él nos responderá y dirá: ¡Aquí estoy! (cf. Is 58, 9).
6. Los pobres son los primeros capacitados para reconocer la presencia de Dios y dar testimonio de su proximidad en sus vidas. Dios permanece fiel a su promesa, e incluso en la oscuridad de la noche no deja que falte el calor de su amor y de su consolación. Sin embargo, para superar la opresiva condición de pobreza es necesario que ellos perciban la presencia de los hermanos y hermanas que se preocupan por ellos y que, abriendo la puerta de su corazón y de su vida, los hacen sentir familiares y amigos. Solo de esta manera podremos «reconocer la fuerza salvífica de sus vidas» y «ponerlos en el centro del camino de la Iglesia» (Exhort. apost. Evangelii gaudium, 198).
En esta Jornada Mundial estamos invitados a concretar las palabras del salmo: «Los pobres comerán hasta saciarse» (Sal 22,27). Sabemos que tenía lugar el banquete en el templo de Jerusalén después del rito del sacrificio. Esta ha sido una experiencia que ha enriquecido en muchas Diócesis la celebración de la primera Jornada Mundial de los Pobres del año pasadoMuchos encontraron el calor de una casa, la alegría de una comida festiva y la solidaridad de cuantos quisieron compartir la mesa de manera sencilla y fraterna. Quisiera que también este año, y en el futuro, esta Jornada se celebrara bajo el signo de la alegría de redescubrir el valor de estar juntos. Orar juntos en comunidad y compartir la comida en el domingo. Una experiencia que nos devuelve a la primera comunidad cristiana, que el evangelista Lucas describe en toda su originalidad y sencillez: «Perseveraban en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones. [....] Los creyentes vivían todos unidos y tenían todo en común; vendían posesiones y bienes y los repartían entre todos, según la necesidad de cada uno» (Hch 2,42.44-45).
7. Son innumerables las iniciativas que diariamente emprende la comunidad cristiana como signo de cercanía y de alivio a tantas formas de pobreza que están ante nuestros ojos. A menudo, la colaboración con otras iniciativas, que no están motivadas por la fe sino por la solidaridad humana, nos permite brindar una ayuda que solos no podríamos realizar. Reconocer que, en el inmenso mundo de la pobreza, nuestra intervención es también limitada, débil e insuficiente, nos lleva a tender la mano a los demás, de modo que la colaboración mutua pueda lograr su objetivo con más eficacia. Nos mueve la fe y el imperativo de la caridad, aunque sabemos reconocer otras formas de ayuda y de solidaridad que, en parte, se fijan los mismos objetivos; pero no descuidemos lo que nos es propio, a saber, llevar a todos hacia Dios y hacia la santidad. Una respuesta adecuada y plenamente evangélica que podemos dar es el diálogo entre las diversas experiencias y la humildad en el prestar nuestra colaboración sin ningún tipo de protagonismo.
En relación con los pobres, no se trata de jugar a ver quién tiene el primado en el intervenir, sino que con humildad podamos reconocer que el Espíritu suscita gestos que son un signo de la respuesta y de la cercanía de Dios. Cuando encontramos el modo de acercarnos a los pobres, sabemos que el primado le corresponde a él, que ha abierto nuestros ojos y nuestro corazón a la conversión. Lo que necesitan los pobres no es protagonismo, sino ese amor que sabe ocultarse y olvidar el bien realizado. Los verdaderos protagonistas son el Señor y los pobres. Quien se pone al servicio es instrumento en las manos de Dios para que se reconozca su presencia y su salvación. Lo recuerda san Pablo escribiendo a los cristianos de Corinto, que competían ente ellos por los carismas, en busca de los más prestigiosos: «El ojo no puede decir a la mano: “No te necesito”; y la cabeza no puede decir a los pies: “No os necesito”» (1 Co 12,21). El Apóstol hace una consideración importante al observar que los miembros que parecen más débiles son los más necesarios (cf. v. 22); y que «los que nos parecen más despreciables los rodeamos de mayor respeto; y los menos decorosos los tratamos con más decoro; mientras que los más decorosos no lo necesitan» (vv. 23-24). Pablo, al mismo tiempo que ofrece una enseñanza fundamental sobre los carismas, también educa a la comunidad a tener una actitud evangélica con respecto a los miembros más débiles y necesitados. Los discípulos de Cristo, lejos de albergar sentimientos de desprecio o de pietismo hacia ellos, están más bien llamados a honrarlos, a darles precedencia, convencidos de que son una presencia real de Jesús entre nosotros. «Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis» (Mt 25,40). 
8. Aquí se comprende la gran distancia que hay entre nuestro modo de vivir y el del mundo, el cual elogia, sigue e imita a quienes tienen poder y riqueza, mientras margina a los pobres, considerándolos un desecho y una vergüenza. Las palabras del Apóstol son una invitación a darle plenitud evangélica a la solidaridad con los miembros más débiles y menos capaces del cuerpo de Cristo: «Y si un miembro sufre, todos sufren con él; si un miembro es honrado, todos se alegran con él» (1 Co 12,26). Siguiendo esta misma línea, así nos exhorta en la Carta a los Romanos: «Alegraos con los que están alegres; llorad con los que lloran. Tened la misma consideración y trato unos con otros, sin pretensiones de grandeza, sino poniéndoos al nivel de la gente humilde» (12,15-16). Esta es la vocación del discípulo de Cristo; el ideal al que aspirar con constancia es asimilar cada vez más en nosotros los «sentimientos de Cristo Jesús» (Flp 2,5).
9. Una palabra de esperanza se convierte en el epílogo natural al que conduce la fe. Con frecuencia, son precisamente los pobres los que ponen en crisis nuestra indiferencia, fruto de una visión de la vida excesivamente inmanente y atada al presente. El grito del pobre es también un grito de esperanza con el que manifiesta la certeza de que será liberado. La esperanza fundada en el amor de Dios, que no abandona a quien confía en él (cf. Rm 8,31-39). Así escribía santa Teresa de Ávila en su Camino de perfección: «La pobreza es un bien que encierra todos los bienes del mundo. Es un señorío grande. Es señorear todos los bienes del mundo a quien no le importan nada» (2,5). En la medida en que sepamos discernir el verdadero bien, nos volveremos ricos ante Dios y sabios ante nosotros mismos y ante los demás. Así es: en la medida en que se logra dar a la riqueza su sentido justo y verdadero, crecemos en humanidad y nos hacemos capaces de compartir.
10. Invito a los hermanos obispos, a los sacerdotes y en particular a los diáconos, a quienes se les impuso las manos para el servicio de los pobres (cf. Hch 6,1-7), junto con las personas consagradas y con tantos laicos y laicas que en las parroquias, en las asociaciones y en los movimientos, hacen tangible la respuesta de la Iglesia al grito de los pobres, a que vivan esta Jornada Mundial como un momento privilegiado de nueva evangelización. Los pobres nos evangelizan, ayudándonos a descubrir cada día la belleza del Evangelio. No echemos en saco roto esta oportunidad de gracia. Sintámonos todos, en este día, deudores con ellos, para que tendiendo recíprocamente las manos unos a otros, se realice el encuentro salvífico que sostiene la fe, vuelve operosa la caridad y permite que la esperanza prosiga segura en su camino hacia el Señor que llega.

Vaticano, 13 de junio de 2018
Memoria litúrgica de san Antonio de Padua

Francisco

DESACTIVAR DISCURSOS, CONTRARRESTAR MIEDOS, DESVELAR MENTIRAS, CONTAR OTRAS HISTORIAS


Recientemente, el diario británico “The Guardian” organizó una serie de entrevistas con líderes de la izquierda moderada –lo que se entiende por la socialdemocracia– para tratar de la amenaza de los populismos y sus repercusiones en la acción política y en las actuaciones de un número cada vez mayor de países de la Unión. La proximidad de las elecciones al Parlamento Europeo en mayo de 2019, el aumento en el número de los países en los que la extrema derecha tiene una importante presencia, y la pérdida de confianza hacia los partidos tradicionales fueron las razones que motivaron esta serie de entrevistas.
Los invitados fueron Mateo Renzi (ex primer mi- nistro italiano), Tony Blair (ex primer ministro britá- nico) y Hillary Clinton (ex cantidata a la presidencia de los Estados Unidos y ex secretaria de Estado esta- dounidense). De las distintas entrevistas llamaba la atención un elemento común: la necesidad de que los movimientos populistas no se apropien del dis- curso anti inmigración y la necesidad de adoptar un lenguaje duro sobre migrantes y refugiados para con- trarrestarlo.
En palabras de Blair: “Es necesario tener en cuen- ta las legítimas preocupaciones de la gente y respon- derlas. Por ello hoy día, en cada vez más países de Europa, no se puede tener garantías de ser elegido a menos que se adopte una postura dura hacia la inmi- gración, porque la gente está preocupada por el te- ma, y si no se aborda desde los partidos tradicionales se deja un espacio que será rápidamente aprovecha- do por los partidos de corte populista”.
Hillary Clinton, por su parte, afirmaba que era necesario decir alto y claro que Europa ya había cumplido su parte al ser generosa y compasiva con los inmigrantes y solicitantes de asilo, y por tanto era tiempo de enviar cuanto antes otro mensaje: el de que no iba a ser posible que Europa siguiera pro- veyendo de apoyo y atención a estas personas.
Declaraciones como las anteriores resultan pro- fundamente escandalosas por cuanto ponen de ma- nifiesto la pugna por la apropiación de las emociones (y no tanto de las opiniones) de la ciudadanía. De al- guna manera se quiere justificar, en la trayectoria y en el buen nombre de partidos “respetables” y reputados, la legitimidad de un discurso de dureza hacia el inmigrante y refugiado, a fin de que no sean otros partidos populistas los que lo utilicen como bandera.
Surgen a partir de aquí varias cuestiones: ¿Por qué se da preeminencia a sentimientos como el mie- do o la desconfianza frente a sentimientos de acogi- da y solidaridad hasta el punto de llegar a decir que discursos que se apoyen sobre el miedo serán los que capten votantes? ¿Hasta qué punto son éticas afirma- ciones de ese tipo? ¿No se habrán dado cuenta los en- trevistados que con discursos duros –vengan de don- de vengan– se alimentan miedos y se genera racismo?
Y por último la pregunta más dolorosa: ¿hasta qué punto a estos líderes les importan los inmigrantes y los refugiados?
En su libro: “Storytelling: la máquina de fabri- car historias y formatear los espíritus”, Christian Sal- mon, su autor, afirma que en el momento actual lo importante no es tanto el debate de las ideas como el control de las emociones, y para que las emocio- nes puedan ser adecuadamente controladas es pre- ciso conectarlas con historias que tengan tres ingre- dientes. Primero, que hagan referencia a valores. Segundo, que estén dotadas de un lenguaje altamente emotivo, y tercero, que el receptor de las mis- mas entienda que se refieren específicamente a él o a ella.
Líderes políticos como Trump, Salvini o Le Pen son expertos en articular estos tres elementos para lograr sus fines. Lo que es más preocupante, empe- ro, es ver cómo en los mensajes de partidos “de toda la vida” se van generalizando estos mensajes tóxicos y manipuladores hacia la inmigración y la pobreza. Es tan solo cuestión de tiempo que se llegue a un ni- vel tal de polarización de la opinión que la reflexión, el análisis y el debate no tengan cabida. Cuando es- to ocurra, si es que ocurre, estaremos en la antesa- la de un nuevo momento trágico para la historia de Europa.


Emilio José Gómez Ciriano
Universidad de Castilla-La Mancha. 
Miembro de los grupos de trabajo 
de migración y asuntos exteriores 
de la COMECE.

lunes, 24 de diciembre de 2018

¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!


¡¡¡SOMOS UN GRAN FAMILIA CONTIGO!!! 
¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!

«Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz»

Sol que naces de lo alto sin querer quedarte arriba. Luz que brillas en el cielo para hacer crecer la vida. Vuelve a nuestro mundo soñoliento la paz que le es robada sin saberlo, la sed del que marcha hacia una meta y el hambre insaciable de querer ser más pequeños. Danos tu amor ingente y encendido para deshacer el hielo del olvido y la ceguera que reinan lejos del pesebre. Y empezar así, como recién nacidos, a aprenderlo todo, todo de nuevo: las palabras, los silencios, los deseos y los miedos de la gente. Villancicos que traéis su fiel recuerdo, estrellas que alumbráis en la noche su presencia, enseñadnos el surco profundo y extenso en que la vida de Dios se va forjando libremente: más humana, más cercana, más fraterna. Y despertad en nosotros el deseo apasionado de acogerla entre los brazos, de glosar sus balbuceos, de alimentar en su mirada nuestros más endebles sueños.


¡¡¡SOMOS UN GRAN FAMILIA CONTIGO!!! 
¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!

viernes, 7 de diciembre de 2018

INMACULADA CONCEPCIÓN- 8 DE DICIEMBRE

Tú, Madre, ha sido elegida por Dios desde el primer momento de tu nacimiento. Fuistes adornada con la Gracia de Dios para ser la Madre de su Hijo. Pero, también, Él, en el momento de su Muerte en la Cruz te ofreció como Madre de todos los hombres. Y, a Ti, Madre, recurrimos para pedirte que intercedas por nosotros.

Queremos responderle a tu Hijo como tú lo has hecho, con ese sí responsable y dispuesto a hacer su Voluntad del Padre. Y, para eso, pedimos tus consejos y tu asesoramiento y compañía, a fin de que nos instruyas en las virtudes de la humildad, de la sencillez, de la obediencia y, sobre todo, de la fe. Queremos unirnos a ti para que nos enseñes a pedir la fe. Esa fe que tú supiste sostener siempre firme a pesar de las dificultades y tropiezos que te salieron al paso.

Madre, a ti nos unimos y agarramos para que nos ayudes a sostenernos y a caminar hacia el encuentro con tu Hijo. Tú lo acompañaste, junto a tu esposo José, durante su infancia, y conocistes muchos de sus secretos e intenciones. Fuiste su educadora y su, con José, protectores de su vida y formación. Sabes de que forma pedirle consejos y su Gracia, para que seamos también fortalecidos para el camino.

Ayúdanos a decir contigo: «He aquí el esclav@ del Señor; hágase en mí según tu palabra», para, mirándonos en ti podamos esforzarnos en seguir, tomados de tu Mano, el mismo camino perseverante y obediente que tú, Madre, has recorrido. Amén.

domingo, 2 de diciembre de 2018

“…LEVANTAOS, ALZAD LA CABEZA: SE ACERCA VUESTRA LIBERACIÓN…”

“…levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación…”

Buenos días Señor a Ti el primero.  
Levantaos y alzad la cabeza… Los que estáis desanimados, porque el desaliento no ha de tener la última palabra. Levantaos y alzad la cabeza… Los que tenéis miedo, porque hay un Dios de brazos abiertos queriendo acallar vuestras pesadillas. Levantaos y alzad la cabeza… Los que os sentís solos… no lo estáis, Dios está cerca, aunque a veces no lo sintáis. Levantaos y alzad la cabeza… Los que estáis encadenados por memorias hirientes, por estructuras injustas, por etiquetas que excluyen, por rechazos que duelen… levantaos y alzad la cabeza. Mirad al frente con valentía, con coraje, y con esperanza, porque se acerca vuestra liberación. Una libertad que romperá cepos y cadenas, que vaciará esas prisiones donde uno a veces se siente encerrado. Una libertad que nace del amor. La libertad de quien está dispuesto a poner la vida entera en juego. Aunque el mundo se vea zarandeado por tormentas, dividido por barreras absurdas, golpeado por una desigualdad terrible… no os rindáis, no dejéis de soñar, de creer, y de mirar al frente para adivinar caminos nuevos. Yo estoy cerca.



¡¡¡FELIZ ADVIENTO 2018!!!