JUEVES SANTO EN LA CENA DEL SEÑOR A LAS 18:30h
Con esta celebración comenzamos el santo Triduo pascual de la pasión, muerte y resurrección del Señor. Con esta misa la Iglesia quiere hacernos ver la unidad indisoluble de la eucaristía con la cruz. La eucaristía es el sacramento del sacrificio redentor. La muerte de Jesús en el Calvario se hace cercana y eficaz para nosotros en la celebración de esta eucaristía. Resaltan hoy el amor y la actitud de servicio de Cristo, al entregarse voluntariamente a su pasión por nosotros; lo que se significa hoy especialmente en el rito del lavatorio de los pies. El acto más importante en la liturgia de hoy es participar en la misa comulgando. La procesión al monumento y la adoración subsiguiente, hasta la medianoche, prolongarán en la contemplación lo que se ha celebrado en la misa.
VIERNES SANTO EN LA PASIÓN DEL SEÑOR A LAS 18:30h
La liturgia de la Palabra nos mostrará cómo las antiguas profecías mesiánicas se cumplen en la Pasión y muerte de Jesús, que hoy escucharemos en la versión de san Juan. Cristo, muerto fuera de las murallas de la ciudad a la hora en que se sacrificaban en el templo los corderos para la pascua judía, es el Cordero expiato- rio que ha cargado con el peso de nuestros pecados y así ha sido santificado. La Iglesia brota de su costado abierto por la lanza del soldado, para la salvación de todo el mundo, por quien se pide de modo especial en la oración de los fieles. El signo propio de hoy es la imagen del Crucificado, a quien en la acción litúrgica se venera de manera especial. Hoy no se celebra la eucaristía, pero comulgaremos con las formas consagradas ayer.
VIGILIA PASCUAL EN LA NOCHE SANTA A LAS 20:00h
La primera parte de la Vigilia es un solemne lucernario en el que se bendice el signo de hoy, el cirio pascual. La luz de Cristo, que resucita glorioso, disipará las tinieblas de nuestro espíritu. La liturgia de la Palabra nos presentará los hitos más importantes de la Historia de la Salvación, hasta que en el Aleluya solemne pregonemos la alegría y la certeza de la resurrección de Cristo. La tercera parte de la celebración de hoy se dedica a actualizar nuestro bautismo, para lo que nos hemos preparado en la Cuaresma. Renovaremos nuestra adhesión a Cristo por la fe, expresa- da en las promesas bautismales. La bendición del agua de la pila bautismal y la aspersión con ella nos recuerdan nuestra muerte al hombre viejo por el bautismo y nuestro nacimiento a la nueva vida en el Señor Resucitado. La liturgia eucarística nos devuelve en el sacramento la presencia gozosa del Señor Jesucristo, nues- tra Víctima Pascual.
DOMINGO DE RESURRECCIÓN A LAS 12:30h
Creemos que Cristo ha resucitado de entre los muertos porque aceptamos el testimonio de los apóstoles, que vieron el sepulcro vacío y creyeron; que comieron y bebieron con Él, después de su resurrección; testimonio que se nos transmite por la Iglesia a lo largo de los siglos (cf. Ev. y 1 lect.). Ocurrió el primer día de la semana que a partir de entonces es el día del Señor Resucitado, la piedra que desecharon los arquitectos, que es ahora la piedra angular de la Iglesia (cf. sal. resp.). Por la fe y el bautismo hemos resucitado con Cristo, el verdadero Cordero que quitó el pecado del mundo, que muriendo destruyó nuestra muerte y resucitando restauró la vida (Pf.). Por eso debemos buscar siempre los bienes del cielo, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios (2 lect.).
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