DOMINGO. TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR
Fiesta de la Transfiguración del Señor, en la que Jesucristo, el Unigénito, el amado del Eterno Padre, manifestó su gloria ante los santos apóstoles Pedro, Santiago y Juan, con el testimonio de la Ley y los Profetas, para mostrar nuestra
admirable transformación por la gracia en la humildad de nuestra naturaleza
asumida por Él, dando a conocer la imagen de Dios, conforme a la cual fue
creado el hombre, y que, corrompida en Adán, fue renovada por Cristo (elog.
del Martirologio Romano).
- Dan 7, 9-10. 13-14. Su vestido era blanco como nieve.
- Sal 96. R. El Señor reina, Altísimo sobre toda la tierra.
- 2 Pe 1, 16-19. Esta voz del cielo es la que oímos.
- Mt 17, 1-9. Su rostro resplandecía como el sol.
En la fiesta de la Transfiguración del Señor, el Padre declara solemnemente en la montaña ante Pedro, Santiago y Juan que Cris-
to es su Hijo Unigénito, a quien deben escuchar y seguir (Ev).
Los apóstoles pueden contemplar con sus propios ojos la gloria
de la futura resurrección y son testigos de ello (2 Lect). Cristo es
quien tiene el poder y la gloria, es el rey del universo, pues todo
lo ha recibido del Padre (1 Lect). Asimismo, la transfiguración
nos recuerda que los creyentes somos imagen de Cristo y que
esperamos su misma gloria (Co y De).
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